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Universitarios

La BUAP, segunda universidad más sustentable de México en 2021

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Gracias a sus programas enfocados a un correcto uso de los recursos y el cuidado del medio ambiente, la BUAP se colocó en el segundo lugar nacional en la clasificación 2021 de UI Green Metric World University Ranking, lo que consolida el modelo de desarrollo impulsado por la institución, el cual garantiza la conservación de los ecosistemas y el uso responsable del patrimonio natural.

El UI Green Metric World University Ranking es una iniciativa de la Universidad de Indonesia lanzada en 2010, cuyo objetivo es proporcionar el resultado sobre la situación actual y las políticas relacionadas con Campus Verdes y Sostenibilidad en las universidades de todo el mundo, para seguir luchando contra el cambio climático global y a favor de la conservación de la energía y el agua, el reciclaje de residuos y el transporte ecológico.

Este segundo lugar ubica a la BUAP en una posición privilegiada en relación con otras instituciones de educación superior, pues supera a la Universidad Nacional Autónoma de México, a la Universidad Autónoma de Yucatán y al ITESO de Guadalajara, de un total de 25 instituciones participantes. Esto gracias a que obtuvo mayores puntajes respecto al primer lugar en energía y cambio climático, manejo de residuos y agua.

Asimismo, este ranking la coloca en el lugar 60 a nivel mundial, de 956 universidades participantes de más de 84 países, lo que refleja sus esfuerzos por implementar políticas de sustentabilidad y gestión ambiental en el cambio de comportamientos en toda su comunidad universitaria.

Cabe destacar que todas las acciones en materia de reciclaje y conservación que se llevan a cabo en la BUAP están bajo la dirección de la Coordinación General de Desarrollo Sustentable (CGDS), de donde se desprenden proyectos como el Programa Institucional de Manejo Integral de Residuos (MIRU), promovido por la Coordinación de Gestión Ambiental perteneciente de esa dependencia.

Promover, impulsar, facilitar, coordinar y orientar acciones bajo la triple dimensión de la protección ambiental, el desarrollo económico, social y cultural es el objetivo de esta política, buscando un mayor impacto del trabajo educativo y de investigación, con el propósito de responder local y regionalmente a los fuertes retos que demanda la sustentabilidad.

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Meta aprovecha la piratería académica para entrenar su IA: la paradoja del conocimiento cautivo

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El reciente descubrimiento de que Meta utiliza LibGen —una biblioteca digital de contenidos académicos pirateados— para alimentar sus modelos de inteligencia artificial expone las contradicciones de un sistema que privatiza el conocimiento mientras las grandes tecnológicas lo explotan sin compensar a sus creadores. Este caso revela cómo el capitalismo digital está perpetuando nuevas formas de extractivismo intelectual, donde ni el rígido sistema de copyright ni la piratería alternativa benefician a los investigadores.

La paradoja es profunda: mientras las editoriales académicas mantienen tras candados digitales trabajos que los autores no comercializan (y por los que rara vez reciben regalías), gigantes como Meta se apropian de ese mismo conocimiento sin contribuir al ecosistema científico. Como señala un académico cuyo libro apareció en LibGen sin su consentimiento: «El problema no es la piratería, sino que mi trabajo termine en los servidores de Zuckerberg». Este fenómeno evidencia la crisis de un modelo donde investigadores ceden sus derechos a editoriales que facturan millones, mientras bibliotecas y científicos recurren a plataformas como Sci-Hub para acceder a contenidos inalcanzables.

El sistema actual opera como un doble fracaso: por un lado, el copyright académico se ha convertido en un obstáculo para la circulación del conocimiento, con artículos que cuestan hasta $50 USD por descarga y libros especializados con precios prohibitivos. Por otro, la solución clandestina (LibGen, Sci-Hub) ahora es cooptada por corporaciones que repiten el mismo extractivismo, pero sin siquiera generar citas —la verdadera «moneda» académica—. Como explica el autor, «los investigadores no somos dueños de nuestro trabajo, pero Meta lo usa sin reconocer su origen».

Ante esto, el acceso abierto emerge como alternativa imperfecta. Aunque iniciativas como Creative Commons o revistas sin fines de lucro ganan terreno, persisten desigualdades: publicar en abierto cuesta entre 1,000 y 11,000 USD, un privilegio solo accesible para instituciones bien financiadas. Mientras, Meta evade el debate ético usando contenidos pirateados, demostrando que ni las leyes ni la piratería «ética» son barreras para su modelo de negocio. Como ironiza el académico consultado: «Luchamos contra el copyright para liberar el conocimiento, no para que lo monopolicen algoritmos corporativos».

Este caso trasciende lo legal: cuestiona quién controla el conocimiento en la era de la IA. Si las empresas pueden eludir tanto a las editoriales como a los creadores, ¿qué queda para la academia? La respuesta no está en criminalizar la piratería —sintomática de un sistema roto— sino en exigir que la inteligencia artificial, especialmente la desarrollada con fondos públicos o datos académicos, opere bajo marcos de transparencia y distribución justa. De lo contrario, el sueño del conocimiento libre habrá servido solo para alimentar a nuevos monopolios.

Con información de: Wired.com

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Noticias

Astrónomas de la UNAM descubren un planeta «imposible» que sobrevivirá al Sol

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En una hazaña científica internacional, investigadoras de la UNAM participaron en el hallazgo de SPECULOOS-3 b, un exoplaneta rocoso del tamaño de la Tierra que desafía todo lo que sabemos sobre la longevidad planetaria. Este mundo orbita una estrella enana ultrafría que podría brillar durante 100.000 millones de años, superando ampliamente la vida útil de nuestro Sol. El descubrimiento, publicado en Nature Astronomy, ofrece pistas cruciales sobre la formación de planetas en condiciones extremas.

A solo 55 años luz de distancia, SPECULOOS-3 b completa una órbita alrededor de su estrella cada 17 horas, un «año» más corto que un día terrestre. Los datos sugieren que el planeta está anclado por mareas, mostrando siempre la misma cara a su sol, mientras la otra permanece en oscuridad eterna. La radiación constante ha erosionado por completo su atmósfera, dejando una superficie estéril y abrasadora, similar a la de Mercurio pero aún más inhóspita.

El telescopio SAINT-EX, ubicado en el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir en Baja California, jugó un papel clave en el descubrimiento. Astrónomas mexicanas como Yilen Gómez Maqueo Chew, Laurence Sabin e Ilse Plauchu-Frayn colaboraron en el análisis de datos, que luego se confirmaron con observaciones del telescopio Artemis en las Islas Canarias. La red SPECULOOS, especializada en estudiar estrellas enanas ultrafrías, detectó el planeta mediante el método de tránsito, midiendo sutiles cambios en la luz estelar.

Aunque SPECULOOS-3 b es demasiado hostil para albergar vida, su estudio es invaluable para la ciencia. El Telescopio Espacial James Webb podría examinar su superficie en busca de rastros de vulcanismo antiguo o composiciones mineralógicas únicas. Este mundo representa solo el segundo sistema planetario descubierto alrededor de una estrella enana ultrafría, después del famoso TRAPPIST-1, pero su peculiaridad lo convierte en un laboratorio natural para entender la diversidad de planetas rocosos.

El hallazgo no solo expande nuestro conocimiento sobre exoplanetas, sino que también plantea preguntas fascinantes: ¿Cómo evolucionan los planetas en entornos tan extremos? ¿Podrían existir versiones más templadas de estos mundos en otras partes de la galaxia? Mientras el Sol tenga sus días contados, SPECULOOS-3 b y su estrella seguirán existiendo, convirtiéndose en testigos silenciosos del futuro lejano del universo.

Con información de: Gizmodo.com

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La paradoja de extrañar a quien nos hizo daño: ¿por qué ocurre?

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Extrañar a alguien que nos lastimó es una contradicción emocional que desconcierta incluso a quienes la experimentan. Este fenómeno no es un fallo del corazón, sino un mecanismo psicológico complejo donde el duelo, la memoria selectiva y los hábitos afectivos se entrelazan. Cuando una relación termina —especialmente si fue tóxica—, el cerebro no solo procesa la pérdida, sino que a menudo idealiza el pasado, filtrando los malos momentos y resaltando los instantes de conexión. Esta distorsión, sumada a la costumbre de tener a esa persona en la vida cotidiana, puede generar una nostalgia que parece irracional, pero que tiene raíces profundas en nuestra necesidad de apego.

La psicología explica que este proceso se intensifica por la forma en que codificamos los recuerdos. El cerebro humano no almacena experiencias como archivos objetivos, sino como narrativas emocionales donde lo doloroso puede difuminarse con el tiempo. Así, una relación marcada por el maltrato puede recordarse con un velo de añoranza, especialmente si hubo intervalos de cariño o momentos de intensidad pasional. Además, los «disparadores» sensoriales —un olor, una melodía o un lugar— actúan como llaves que abren repentinamente esas memorias, provocando una ola de emociones que simulan extrañar a la persona, cuando en realidad se extraña la familiaridad o incluso la propia identidad que se tenía dentro de ese vínculo.

El apego inseguro también alimenta esta paradoja. Para quienes crecieron en entornos donde el amor y el daño coexistían, replicar dinámicas de afecto mezclado con dolor puede sentirse «normal». El sistema nervioso, acostumbrado a los altibajos de una relación tóxica, puede interpretar la ausencia como un vacío a llenar, incluso si racionalmente se sabe que era perjudicial. Esta contradicción es común en casos de dependencia emocional, donde la soledad o el miedo a no encontrar otro vínculo llevan a romantizar lo que en frío se reconocería como nocivo.

Superar esta nostalgia requiere más que tiempo: exige un trabajo activo de deconstrucción. Psicólogos recomiendan prácticas como escribir listas realistas sobre el vínculo (sin omitir las heridas), establecer contacto cero para resetear los circuitos neuronales asociados a esa persona, y cuestionar las fantasías de reconciliación. Un ejercicio útil es preguntarse: «¿Extraño a esta persona o extraño lo que representaba para mí —seguridad, compañía, ilusión—?». La respuesta suele revelar que el anhelo no es hacia el individuo, sino hacia necesidades propias no satisfechas.

El camino hacia la liberación emocional pasa por reconectar con la autoestima y redefinir el concepto de amor. Terapias como el EMDR (para procesar traumas) o el enfoque cognitivo-conductual (para romper patrones de pensamiento) pueden ser clave. La meta no es borrar el pasado, sino integrarlo sin que duela: entender que extrañar no significa querer volver, sino reconocer que aquella relación, con todo su dolor, también fue un capítulo de aprendizaje. Al final, como escribió la poeta Warsan Shire: «Nadie abandona el hogar a menos que el hogar sea la boca de un tiburón». Extrañar esa boca no es amor, es confundir la herida con el lugar al que pertenece.

Con información de: Gizmodo.com

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