“Ha hecho cosas grandes en mí el que todo lo puede”
(cf. Lc 1, 39-56)
+Eugenio Lira Rugarcía, Obispo de Matamoros
Ver triunfar a un atleta en un deporte que nosotros practicamos; saber que un artista o un influencer que hace algo parecido a lo que hacemos alcanzó el éxito; escuchar que alguien como nosotros llegó a la cima, nos anima. ¡Nos da alas! Porque nos hace ver que también nosotros podemos llegar.
¡Eso y más nos regala Dios al elevar al Cielo a María en cuerpo y alma al terminar su vida terrena ! Nos muestra la maravilla que podemos llegar a ser y la estupenda meta sin final a la que estamos llamados al final. Así nos da fuerza para seguir adelante, sin engancharnos con las cosas bellas pero pasajeras de este mundo, ni dejarnos anclar por las penas y los problemas.
Aunque a causa del pecado todos morimos, gracias a Jesús, que se hizo uno de nosotros encarnándose de María y nos amó hasta dar la vida, podemos resucitar a una vida plena y eterna . ¡Es la hora de la victoria de nuestro Dios ! ¡María lo demuestra! Comenta el Papa: “que una de nosotros viva en el Cielo… nos da esperanza… y… la razón por la que caminamos” .
La razón por la que caminamos es llegar a la meta: Dios. Y María, a la que san Paulo VI llama la mejor discípula de Cristo , nos enseña cómo hacerlo. ¿Qué podemos aprender de ella? A dejarnos amar por Dios . A reconocer con gratitud las maravillas que por puro amor él ha hecho y hace en nosotros. Y a compartir sin demora el amor que nos ha dado, haciendo el bien.
Experimentemos el amor de Dios a través de su Palabra, de la Liturgia, de la Eucaristía, de la oración y de las personas. Reconozcamos con gratitud que él, que lo ha creado todo, nos lo ha dado todo. Y conscientes de que, como dice san Ambrosio, el amor no actúa con lentitud , apresurémonos a echarle la mano a los demás, empezando en casa.
Si sientes que estás atravesando por un túnel sombrío y lleno de obstáculos, no te desanimes, ni te detengas; mira hacia delante y ve la luz maravillosa que hay al final. A eso te invita Dios al elevar al Cielo a María. ¡Hazlo!, y encontrarás la razón por la que caminas y la fuerza para seguir adelante.